lunes, 21 de diciembre de 2009

Centésima undécima carta

Buenos Aires, Lunes 21 de Diciembre de 2009

Amada, para ti:
Esta es la primera carta que te escribo desde que ya no estamos juntos. Intentaré no hablar del pasado, porque soy un hombre nuevo y seré otro. Tu ausencia a mi lado es como una triste existencia; no sé dónde estás, ni qué haces, ni con quién; me entristece, pero creo que no me importa. Porque tengo el corazón raro porque me pediste tiempo para no llegar a odiarme. ¿Cuánto será ese tiempo?, no lo sé, sólo espero que sea antes que te olvide.
Esta es la primera carta porque las anteriores ya te las he entregado, y éstas tal vez te las entregue el día que nos casemos (si es que alguna vez ese día llega), cuando yo muera, cuando terminemos (si es que alguna vez regresas a mi lado), cuando llueva o cuando haya sol; en fin, creo que esta nueva tanda te la entregaré cuando yo quiera.
Siguiendo con el tema que nos compete; no imaginas qué frío siento en este invierno sin ti. Mi sonrisa se extinguió porque no encuentro motivos para sonreír, ni siquiera mis hermosos hijos llegan a arrancarme una. Y a pesar de todo, estoy extremadamente tranquilo, algo raro en mí; porque tal vez me he curado pronto y de golpe de mi adicción: tú. No escucho nada, las canciones de amor no me hacen sentir ese calor en el corazón que sentía cuando estabas cerca. El aire vuelve a sentirse enrarecido, y mi casa vacía. La abandonaste, abandonaste la casa que te brindó sus habitaciónes para que descansaras; tenía la puerta sin llave y las ventanas sin rejas y decidiste irte a buscar esa preciada libertad. Yo no me quejo, sólo estoy triste y esperaré en silencio y en punto muerto a que algún día decidas volver al lado de este hombre que tanto te ama. Y si vuelves, ojalá que no sea demasiado tarde.
Esta es la primera carta desde que no estamos juntos, la primera que te cuenta mi alma, querida.

Frank.

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