viernes, 30 de abril de 2010

Centésima trigésima carta

París, Sábado 1 de mayo de 2010

Amada mía:
Escribo esta carta, luego de un tiempo sin hacerlo. Más de un mes sin hacerlo. La causa principal es que me has contado que leíste todas las cartas que te escribí anteriormente, y estoy algo conmocionado, porque sinceramente, creí que no las leerías nunca y porque recuerdo algunas de las palabras que escribí en ellas, y eran crueles. Tuve que volverlas a leer porque no recordaba muchas cosas de las que escribí. Me pediste perdón por haberme hecho daño, pero tú nunca tuviste la culpa, mi amor; el culpable fui yo por romper el contrato, por no respetar las reglas que habíamos establecido en silencio.
Ahora estamos bien, volvimos a ser pareja, y estamos muy bien; somos felices, aunque la felicidad se nubló con la muerte de Tomas.
Pienso que volveremos a la normalidad; y tal vez, esta vez, finalmente logremos superar todas nuestras diferencias, discuciones y peleas. Que esta vez podamos ser felices, mi amor, es todo lo que deseo.

Tuyo siempre, Frank.