jueves, 7 de enero de 2010

Centésima décima octava carta

Río de Janeiro, Jueves 7 de Enero de 2010

No sé cómo empezar, ni qué encabezado poner. Decirte querida? como los maridos llamas a sus mujeres, no me parece. Decirte mi amor?, mientras estoy tratando de olvidarte? tampoco. Adhara, tal vez tu nombre sería lo más conveniente, pero esas letras, las que componen tu nombre me queman en los labios cuando las pronuncio, y también mis ojos cuando las escribo.
Estamos mal. Yo sé que según tú, empezamos de cero sin etiquetas, pero yo sé en mi corazón que estamos mal. Y me duele, no te imaginas cuánto, si al fin y al cabo estoy pagando el precio de haber sido yo en todos los momentos que pasamos. Sé que me convetí en un monstruo, sé que te herí con mis palabras, pero en ningún momento dejé de amarte.
Dímelo, dime la verdad. La misma verdad que me dijiste en un momento de enojo; que fui lo más importante en tu vida y que ahora no soy nada, que ni siquiera tienes ganas de hablarme. Dímelo, te pido por favor que lo hagas y que mates de una vez la estúpida ilusión que tengo que vuelvas a verme de esa manera, que me ames más que a nadie; aunque te confieso que yo creo que ya lo haces, creo que me amas más que a nadie, incluso más que a Tomas. Pero también creo que ya no te intereso, para nada, no quieres hacer nada conmigo, no te importa nada de mí, y tal vez también eso sea culpa mía. Pero mi corazón jamás entenderá tus llamadas telefónicas breves, tus distanciamientos, tus negativas a citas, salidas, besos, abrazos.
No sé si me duele más olvidarte o haber perdido todo lo que perdí, porque sé que lo que viví contigo no lo volveré a vivir nunca más con nadie. Nuestra mágica noche de San Valentín, nuestras citas, nuestras románticas noches juntos, las salidas a caminar bajo la luna y las estrellas, las 5 diarias, los viajes románticos, hacer el amor en cualquier lugar, sin importar el qué dirán, las canciones que nos dedicábamos, todo, todo. Fuimos tanto, teníamos todo, y los dos por estúpidos lo echamos a perder.
Sería perfecto volver a tener una relación feliz, no igual a antes, sino mejor. Pero ahora tengo un lío en la cabeza: mi hermana me dice que te olvide y te quite por completo de mi vida, salvo que me demuestres que me amas y que te importo más que los otros; Diane me dice que me amas más que a nadie, que te deje ser libre y volveremos y seremos felices. Qué ideas tan contradictorias! qué haré? dímelo tú, dime si aún te intereso un poco, dime que te mueres por mí, como antes, por favor, dímelo porque nunca me perdonaré haber pasado de ser el más importante en tu vida, a ser nada.

Frank.

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