domingo, 28 de febrero de 2010

Centésima vigésima sexta carta

Barcelona, Lunes 1 de Marzo de 2010

Querida mía:
Es de madrugada y no puedo dormir. Sólo puedo pensar en ti, en mí. A veces pienso que estoy en una pesadilla y quisiera despertar; no me confundas, sabes que estar a tu lado es lo que me hace más feliz, mejor dicho: lo único que me hace feliz. Pero sigo sin verte feliz, sigo sin verte bien. Te pregunto una y otra vez cómo estás, y me respondes que bien, pero te noto extraña y tengo miedo. Miedo a ser el que capturó a ese ave tan libre y hermosa y la encerró dentro de una jaula de oro. Me dolería saber que te pesa, que no eres feliz, que vives una vida mediocre a mi lado. Y a pesar de eso, sé que todo lo que haces, lo haces porque me amas, y me amas más que a nadie.
Eso trato de meterme en la cabeza cuando pienso que sigues triste por Tomas. Cuando veo que aún sigues casada con él, cuando veo que aún amas tu pasado. ¡Qué tarde que llegué a tu vida, mi amor!, y aún si hubiera llegado a tiempo, mis celos nos hubieran separado. Si tú necesitas a alguien como él, alguien que te deje ser libre y no te ate con sus sentimientos, quizás alguien a quién no ames y no te importe lastimar.
Si pudiera volver el tiempo atrás, al día que te vi por primera vez... al verte pasar frente a mí, me haría a un lado para dejarte pasar, sin mirarte. Si pudiera volver el tiempo, no te amaría y no dejaría que me amaras.
Aunque te parezca mentira, mientras escribo esta carta, unas lágrima ruedan por mi cara, y es que no puedo evitar sentirme así, mientras pienso que has dejado tanto por mí, y aunque luego volvieras a ser como antes... estos días que me has regalado, son lo más hermoso (aunque no hayas vuelto a decirme que me amas), y lo más doloroso, mientras pienso que estoy siendo egoísta y tú no eres feliz.
Y por otro lado pienso, que si te dijera que seas libre, que hagas lo que quieras... los celos volverían a arruinar mi corazón y nuestras vidas. Por eso temo tanto decir "no puedo".
Dime que me amas, es lo único que te pido, vuelve a decírmelo. Dime aquellas palabras tan grandiosas, que sólo quiero oir de tus labios... porque sin ti, mi amor, no puedo, y necesito escucharte, para saber que eres feliz, y que no estás sufriendo.

Te amo, y siempre te amaré, Frank.

No hay comentarios:

Publicar un comentario