viernes, 26 de febrero de 2010

Centésima vigésima quinta carta

Barcelona, Viernes 26 de Febrero de 2010

Querida mía:
No sé bien qué escribir, no sé bien qué siento. Quisiera decirte que estoy feliz, hasta el borde de las lágrimas, pero no puedo. Estoy feliz, sí, pero temo que estés viviendo una vida mediocre... por mí, y eso me dolería, porque tú mereces una vida plena. Tal vez yo no te la pueda dar. Estoy seguro que habría por ahí muchos hombres que podrían darte la vida que quieres, y ser felices con ello, pero tengo que decirte que lamentablemente, ninguno de ellos, te amaría más que yo.
Luego me pregunto, si yo te amara, si te amara con la fuerza, con la cantidad, con las ganas que digo amarte... ¿dejaría que hicieras esto por mí?, ¿No debería decirte que eres libre de hacer lo que quieras? me siento culpable, porque no sé si esto te pesa, si es un sacrificio enorme para ti; pero tengo miedo de que si volviéramos a las de antes... tengo miedo de ser un cobarde y salir huyendo. Le temo al dolor y siento culpa, pero no voy a dejarte... mi mayor muestra de amor será seguir a tu lado, tanto si quieres que estemos juntos sólo tú y yo, como si quieres estar con otros. Sólo me quedaré a tu lado, compartiré tu vida y te ayudaré; seguiré soñando con el día en que seamos marido y mujer, legalmente, porque serlo, creo que hace tiempo lo somos, desde aquel San Valentín, cuando nos enlazamos a nuestra manera.
Amada mía, quiero darte mis brazos y amor, quiero darte todo lo que soy. Acéptalo, como yo acepto con amor y agradecimiento lo que tú haces por mí.

Te ama y será siempre tuyo, Frank.

No hay comentarios:

Publicar un comentario