martes, 23 de febrero de 2010

Centésima vigésima cuarta carta

Melbourne, Martes 23 de Febrero de 2010

Querido amor:
¿Qué puedo decirte? el día de hoy, la luz del sol se apagó por mucho tiempo, pero yo no me sentía a oscuras, porque tu amor me ilumina; ilumina cada uno de mis días. Pero a pesar de todo, no puedo sentirme feliz. Hace días que me has dado el regalo de estar sólo conmigo, de no "divertirte" con ningún otro, y eso me hace feliz, me hace sentir muy bien, pero al mismo tiempo mal. Porque pienso que tú estás haciendo algo que te pesa, que no eres feliz, que te estás conformando. Quisiera hablarte del tema, decirte que tú seas quién quieras ser y yo te amaré, pero tengo miedo de volver a sufrir, de volver a pelear, de volver a sentirme enfermo de celos. Pero quisiera que tú seas feliz, porque te amo... pero quiero amarte a ti, como eres, a ti, la que quieres ser... no a la mujer que te conviertes para satisfacerme a mí. Y vuelvo a decirte, no te confundas, no es que no me guste lo que estás haciendo, al contrario, me encanta, pero me entristece saber que te pesa.
Estoy triste, tengo miedo, estoy totalmente aterrado, pero mi forma de demostrarte mi amor (así como tú lo estás demostrando a tu forma), será confiando en ti, no huyendo, comportándome como hombre y no como gallina; mi forma de demostrarte mi amor, será quedarme a tu lado y tratar de convertirme en el hombre que tú quieres, en el hombre que puedas amar y que te haga feliz, quiero ser ese hombre.
Porque no imaginas las ganas que tengo ahora de huir, de tirar todo, pero no porque no te ame, no porque no sea feliz contigo, no porque no necesite estar a tu lado cada minuto, sino porque tengo miedo, tú sabes, tú conoces mis miedos y sé que te han dañado, por eso hoy, les quiero dar la espalda. Hoy tu amor atará las dudas con cadenas de hierro, para que no salgan de mi corazón. Hoy, tu amor me dará el aliento que necesito para seguir adelante. Hoy, te amo y más que nunca. Más de lo que hasta hoy te había amado, pero seguramente sea mucho menos de lo que te llegaré a amar el último día de mi vida, porque tu amor crece en mi alma, como una corriente, como la crecida de un río; pero no baja cuando el sol lo calienta, se hace aún más grande.
Mi amor, una vez dije (como decía la canción) que te amaría hasta que me amaras como no habías amado a nadie, e incluso en mis cartas, lo dije muchas veces, cuando creía que para ti era sólo diversión nuestra relación. Hoy puedo decir a gritos y sin miedo a equivocarme que lo haces, que me amas como no has amado a nadie, porque lo que hoy estás haciendo por mí, dudo que lo hicieras por alguien más, ni siquiera por Tomas. Porque de la forma que me estás demostrando tu amor, es imposible creer que no me ames; y veo que me amas muchísimo, como me has dicho, veo que me quieres más que a nadie, como me lo has dicho. Es un gesto hermoso lo que has hecho y haces por mí. Gracias amor de mi vida, gracias.

Tuyo por siempre, Frank.

No hay comentarios:

Publicar un comentario