viernes, 22 de enero de 2010

Centésima vigésima segunda carta

Tallin, Viernes 22 de Enero de 2010

Amor mío:
Este ha sido un día genial, y me siento como un tonto porque me haz hecho tan feliz con tan poco. Un mensaje, una cita CELESTIAL, y aquel mensaje que tanto me gusta leer, uno que hace mucho tiempo no veía; creo que me estoy enamorando de Adhara Revilla. Una vez más, y después de haber dicho que ya no me importabas, que te había olvidado, que me había enamorado de otra, siento que me estoy enamorando otra vez de ti. No quiere decir que haya dehado de pensar en ella, de hecho, todo el día lo hice y pensé en lo que debo decidir y hacer. Pero tenía que decirte que hoy vuelvo a pensar que te amo con toda mi alma.

Frank.

miércoles, 20 de enero de 2010

Centésima vigésima primera carta

Estocolmo, Jueves 21 de Enero de 2010

Una vez más, no sé qué poner de encabezado. ¿A quién voy a dirigir mi carta?, ¿Al amor de mi vida? sabiendo que mientras escribo te estoy traicionando con mis sentimientos. Cómo son las cosas, nunca pensé que escribiría algo así en éstas líneas. Si amenacé con fingir una relación, fingir que me enamoraba de alguien más para que sintieras miedo de perderme y te acercaras a mí. Lo que nunca hubiera pensado era que sucedería de verdad. Perdoname, amada mía, pero estoy enamorado, he vuelto a enamorarme.
Me siento muy extraño, no creí que se podía sentir amor por dos personas al mismo tiempo. Es decir, lo sabía porque tu amas a Tomas y a mí, pero nunca creí que lo experimentaría. No se lo he dicho aún, pero creo que la amo y no he dejado de amarte a ti. Me estoy volviendo loco porque no sé qué va a pasar, porque sé que a alguna de las dos voy a tener que dejar. ¿Finalmente tendré que resignarme a vivir sin ti?, ¿A que todos esos sueños morirán?, ¿tendré que resignarme a vivir sin tu amor, el amor de mi vida, mi primer amor?, ¿o tendré que renunciar a ella, aún sin haberla tenido?, ¿Qué hago? dime que no me amas ya, dime que es cierto que ya no soy nada en tu vida, dime que no te importa si muero o si vivo, porque así me partirás el alma de una vez, y yo me iré con ella. O dime que me quede, que no puedes vivir sin mí, que me amas más que a nadie... dime que me amas como no has amado a nadie, y me quedaré contigo, y te amaré por el resto de mi vida, a pesar de las diferencias y problemas que podamos tener.
Dímelo porque yo, estoy muy confundido.

Frank.

lunes, 11 de enero de 2010

Centésima vigésima carta

Seattle, Lunes 11 de Enero de 2010

Adhara:
¿Cómo se hace para empezar a escribir esta carta?, tu amor me quema por dentro, es imposible quitármelo de encima, porque ocupa todo y hasta mi última gota de sudor, cae con amor del tuyo. La gira empezó, y me divierto bastante, hablo con muchas personas, hago de mis locuras... pero sin ti, casi nada tiene sentido; si no estás, no puedo evitar sentir que me falta una parte de mí. Me he prometido no amarte si tú no me amas a mí, pero casi no puedo evitarlo. Los días de alegría y euforia dejan la nostalgia y el sin sabor en mi boca, al terminar el día.
¿Cómo hacerlo?, ¿Cómo explicar el sentimiento que tengo ahora? si contigo todo es nuevo. Aún ahora, todo es nuevo a tu lado. Me faltas y me falta una parte de mí, y creo que es la más importante, el corazón.
Pero tengo que contarte algo. Estos días que no estuviste, alguien apareció en mi vida y se convirtió en alguien muy importante para mí. Es mi hermana Ellen, a pesar de que habló muy mal de ti y eso generalmente me molesta, me dijo cosas ciertas a su manera y me enseñó a valorarme a mí mismo. En poco tiempo aprendí a quererla mucho y eso también me enseñó que no eres lo único en el mundo; sabes? creo que si me preguntaran ahora diría que ya no muero sin ti. Te extraño, sí, pero aún no sé qué pasará cuando vuelvas. Simplemente estoy esperando.

Frank.

sábado, 9 de enero de 2010

Centésima décimo novena carta

México, Sábado 9 de Enero de 2010

Adhara:
Otro día más sin ti. Te extraño, no te imaginas cuánto, y todo me recuerda a ti; todos los lugares que juntos recorrimos, las cosas que hicimos. No puedo creer que no lo recuerdes, que no signifique nada para ti, no lo creo.
Sabes? puede que me haya transformado en un monstruo, pero debes reconocer que nadie te ha amado ni te ama como yo, debes reconocer que a nadie le importas como a mí, y nadie piensa en ti como yo. Y si pido con mi corazón a gritos que vuelvas a quererme como antes, no es por otra razón más que por la de amarte con toda mi alma.
Estos días he salido, he conocido personas, hay chicas tan amables y lindas, otras candentes y atrevidas; dulces y locas. Hay mujeres hermosas, pero ninguna de ellas eres tú. Ninguna.
Te anhelo, porque fuiste el amor de mi vida, porque lo eres aún, porque te siento parte de mi alma, de mi sangre y de mi carne. O dime si tú puedes arrancarme de ti, enséñame a hacerlo, porque si lo hiciera andaría por el mundo, vagando sin una parte de mí. Y esa parte eres tú.
No voy a decir que sin ti no soy nada, no voy a decir que me muero sin ti, ni que sin ti no tengo ganas de vivir. Esta vez te diré que me he acostumbrado a estar sin ti, pero mi corazón no deja de amarte en ningún momento. Sin ti, la vida es tranquila, llevadera, común y corriente; te necesito para que le des vida a mi vida.
Me han dicho que te olvide, que te ignore y accedí. Y voy a seguir olvidándote hasta tanto me devuelvas tu querer. Hasta que tú me demuestres que me amas y quieres seguir conmigo toda la vida.

Frank.

jueves, 7 de enero de 2010

Centésima décima octava carta

Río de Janeiro, Jueves 7 de Enero de 2010

No sé cómo empezar, ni qué encabezado poner. Decirte querida? como los maridos llamas a sus mujeres, no me parece. Decirte mi amor?, mientras estoy tratando de olvidarte? tampoco. Adhara, tal vez tu nombre sería lo más conveniente, pero esas letras, las que componen tu nombre me queman en los labios cuando las pronuncio, y también mis ojos cuando las escribo.
Estamos mal. Yo sé que según tú, empezamos de cero sin etiquetas, pero yo sé en mi corazón que estamos mal. Y me duele, no te imaginas cuánto, si al fin y al cabo estoy pagando el precio de haber sido yo en todos los momentos que pasamos. Sé que me convetí en un monstruo, sé que te herí con mis palabras, pero en ningún momento dejé de amarte.
Dímelo, dime la verdad. La misma verdad que me dijiste en un momento de enojo; que fui lo más importante en tu vida y que ahora no soy nada, que ni siquiera tienes ganas de hablarme. Dímelo, te pido por favor que lo hagas y que mates de una vez la estúpida ilusión que tengo que vuelvas a verme de esa manera, que me ames más que a nadie; aunque te confieso que yo creo que ya lo haces, creo que me amas más que a nadie, incluso más que a Tomas. Pero también creo que ya no te intereso, para nada, no quieres hacer nada conmigo, no te importa nada de mí, y tal vez también eso sea culpa mía. Pero mi corazón jamás entenderá tus llamadas telefónicas breves, tus distanciamientos, tus negativas a citas, salidas, besos, abrazos.
No sé si me duele más olvidarte o haber perdido todo lo que perdí, porque sé que lo que viví contigo no lo volveré a vivir nunca más con nadie. Nuestra mágica noche de San Valentín, nuestras citas, nuestras románticas noches juntos, las salidas a caminar bajo la luna y las estrellas, las 5 diarias, los viajes románticos, hacer el amor en cualquier lugar, sin importar el qué dirán, las canciones que nos dedicábamos, todo, todo. Fuimos tanto, teníamos todo, y los dos por estúpidos lo echamos a perder.
Sería perfecto volver a tener una relación feliz, no igual a antes, sino mejor. Pero ahora tengo un lío en la cabeza: mi hermana me dice que te olvide y te quite por completo de mi vida, salvo que me demuestres que me amas y que te importo más que los otros; Diane me dice que me amas más que a nadie, que te deje ser libre y volveremos y seremos felices. Qué ideas tan contradictorias! qué haré? dímelo tú, dime si aún te intereso un poco, dime que te mueres por mí, como antes, por favor, dímelo porque nunca me perdonaré haber pasado de ser el más importante en tu vida, a ser nada.

Frank.