martes, 31 de agosto de 2010

142º Carta

Seattle, Martes 31 de Agosto de 2010

Amada Adhy:
Mientras te escribo, la maldita duda me carcome el cerebro; no me confundas, no dudo ni un segundo de ti, sino de la razón por la que dejaste de seguirme y tengo miedo. Miedo a que me digas que ya no lo harás. Pienso que tal vez fue porque yo tenía clamidia y no querías que te contagiara, o porque estábamos jugando a que éramos desconocidos y un contacto de ese tipo (¡y qué contacto!) hubiera hecho que el juego se echara a perder. Ojalá haya sido por alguna de esas dos cosas y no por mi maldita salud. ¿No te das cuenta que hago todo lo posible por cuidar mi salud porque eso significa usar más afros?, ¿no te das cuenta que me hace feliz tenerte una y otra y otra vez?
Suspiro y no dejo de suspirar mientras hecho mi alma en estas líneas que espero leas alguna vez. No creo que puedas imaginarte la tristeza que me hinche el alma cuando no estás, y aún cuando no puedo hacerte mía.
Ay amor, nunca había sentido algo así, un amor que también es necesidad; necesidad de tenerte cerca, de rozar tu piel, de penetrar en los secretos de tu alma. Necesidad, te necesito.. no creo que te puedas imaginar cuánto, o tal vez sí; no puedo contenerme, no puedo.
Te amo, Adhy, tu amor es lo que más me importa en la vida, tú eres lo que más me importa en la vida; nunca dejes de amarme, por favor.

Tuyo, Frank.

No hay comentarios:

Publicar un comentario